jueves, 17 de diciembre de 2015

11 meses más tarde....

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Hace casi un año que no escribo y no es que no me hayan pasado cosas, que no han parado;  el año empezó muy bien,  varios viajes en los que podía darme cuenta de que mis niños ya están mayores , me dan más libertad, pueden ir a la escuela de esquí, pueden ir a  mini- club, pueden ir a casa de los abuelos un par de días, vamos la liberación total, después de 4 años bastante atada, esos primeros meses del año han sido movidos por  los viajes pero  muy buenos, especialmente ir a la nieve para no esquiar, sólo para descansar en el Spa, un viaje maravilloso, el mejor,  ya no vuelvo a esquiar, a partir de ahora a la nieve sí, pero a un hotel con Spa, después Italia, para comer bien y disfrutar de unos días de sol y  en abril a Portugal a la playa  y  poder a disfrutar de un par de días sin niños, hacía tanto tiempo que no viajaba sin niños,  lo mejor !!! estaba tan contenta, tan relajada, tan descansada tan feliz, ¿ mala madre? Quizás, pero francamente me da igual, lo necesitaba: es la  puritita verdad,  luego llegó mayo y todo cambió: un embarazo sorpresa a los 42 años,  ya sólo la noticia me pasó por encima como una apisonadora, sus efectos colaterales fueron  tan predecibles como vandálicos:  la progesterona es una temible enemiga que tarda 3 o 4 meses en rendirse y me asediaba  sin piedad  día a día con vómitos constantes, otros efectos secundarios del embarazo :  la tensión por los suelos, muchas, muchísimas nauseas, el estómago revuelto durante 90 días, no es fácil de llevar,  si a esto le añadimos dos hijos a los que cuidar, la cosa se complica, en el primer embarazo una se tira en el sofá y deja pasar el tiempo, es muy molesto pero se tiene el consuelo de poder descansar en posición horizontal que es la única forma que las nauseas te dan una tregua, pero si  el segundo embarazo ya fue duro el tercero aun peor, con el agravante de la edad, que no perdona; para mayor castigo el verano más caluroso de Zúrich en los últimos 30 años, lo que me hubiese encantado cualquier otro año, en estas circunstancias ha sido una pesadilla, me escondía en casa hasta el atardecer, refugiada tras las persianas, bebiendo agua helada, este verano no he ido a la piscina, no he ido al parque, salir a la calle era una tortura, rezaba para que lloviese, ni yo misma me lo podía creer, y psicológicamente mucho peor: miedo, angustia, incertidumbre, me sentía fatal, no podía hacer nada,  estaba abatida, y eso me daba unos remordimientos horribles, porque no podía hacer nada con los niños,   mi cara mi ánimo lo reflejaban en todo momento, menos mal que a parte de esto todo lo demás iba bien, y sabía que tenía que dar gracias, lo que no me hacía sentir precisamente bien, sino una desagradecida, tenía un embarazo sin riesgos, sin complicaciones médicas, a mi edad eso es un milagro sin embargo estaba muy malhumorada e irascible.
 
A  mitad de Julio vacaciones escolares, como cada año  viajamos a Ibiza, allí hacia calor, mucho calor, pero más húmedo, más llevadero, mi madre nos acogió como refugiados, me cuidó como sólo una madre puede hacer, Gracias mamá,  nos alimentó, nos dio cobijo hasta que llegó Paulo y nos fuimos a Formentera, allí mi vida también fue fácil porque me puse muy terca e impuse mis condiciones, no estaba dispuesta a pasar un infierno en el paraíso, no iba a ceder al chantaje emocional de mi familia  que quería compartir el máximo tiempo posible,   el calor del mediodía era devastador y  yo bebía recluirme para resguardarme, sólo salía del apartamento de 9 a 12:00  luego me encerraba  al amparo del aire acondicionado hasta el atardecer, Paulo se encargaba de los niños y yo leía y dormía sin remordimientos. Mis hijos estaban en las mejores manos.
Cuando los fastidiosos  síntomas empezaban a darme un respiro regresamos  a Zúrich  a mitad de agosto y otra bomba, Inminente traslado a Brasil con sus preparativos : trámites con mucho  papeleo, la documentación necesaria para los visados  de residencia en Brasil es terrible,  a eso le añadimos : buscar casa, colegios, encontrar inquilino, una mudanza internacional es un verdadero lío.  Otra dificultad más  fue sortear el disgusto de mi hija de 9 años,  no quería irse de la eficiente pero gélida e intransigente Suiza, mi hijo pequeño de 4 años sólo se quejaba de la falta de nieve en el país de destino, el no concibe  un lugar sin nieve, le gusta, a pesar de todo lo que yo la maldigo ,  la nieve es para las montañas, lo más lejos posible. Yo intentaba convencerles diciendo que allí no necesitaríamos  abrigo, Brasil  un país tropical, con gente  simpática y abierta, lo que haría más fácil la adaptación, yo me imaginaba a la gente por la calle siempre sonriente, y pensaba que diferencia! no tener que soportar a  la tercera edad siempre estreñida y enfurruñada. La verdad estaba bastante contenta, aunque también asustada, nunca he querido vivir aquí y la idea de irme siempre ha sido muy atractiva, aunque fuese Sao Paulo, que no me gusta, demasiado poblada y peligrosa para una isleña, y el cambio de la eficaz y muy organizada  Zúrich al caos de Sao Paulo era muy fuerte, pero  vivir en  un país latino, con buen clima y gente cálida, desde la distancia , parecía casi idílico.
Odio hacer maletas tanto como ordenar armarios, así que empezar a empaquetar cosas, cuando estaba agotada, se me hacía una montaña imposible de escalar.
En septiembre otra sorpresa tuvimos que parar el traslado porque las condiciones no estaban tan claras como creíamos,  me conformé mejor de lo que hubiera pensado, porque empezaba a tener el síndrome del nido y necesitaba tenerlo todo atado y bien atado, por lo que el traslado empezaba a ser demasiado estresante.
Tenía la impresión de que era un hámster corriendo en una rueda sin poder parar pero sin fuerzas para seguir ahí,
Después de quejarme mucho pero mucho de cansancio, un análisis confirmó mis sospechas, necesitaba subir la dosis de eutirox  y por eso estaba siempre exhausta, el día se me hacía interminable, cuando llegaban las 16:00 quería que se hiciese de noche y que un hada madrina viniese a hacer la cena y a aguantar a los niños, pero no venía nadie ni con varita ni sin y mi marido no llegaba nunca hasta las 19:00, eso con suerte y si no estaba de viaje, un final de verano duro, pero cuando me aumentaron la dosis las cosas empezaron a cambiar, entonces podía aguantar hasta las 21:00 y salía más, empecé a ir  parque y al centro social de mi barrio  con los niños y  eso me hacia sentir mejor, menos culpable... era sin duda  un avance una mejora considerable  aunque empezaba el tercer trimestre, el más pesado pero no el peor 

 
 
 

jueves, 8 de enero de 2015

un día cualquiera...

Desde que soy ama de casa me levanto antes que cuando trabajaba, a las 7:00,  preparo el primer café que me da la vida y  me transforma en un ser sociable capaz de comunicarme sin necesidad de gruñir, antes del primer café es mejor no hablarme, mi familia lo sabe y lo acepta, lo que no impide que mis hijos dejen  de hablar, se levantan con una verborrea incesante, pero yo no me inmuto ni contesto,  camino por la casa  ordenando los juguetes los cojines, calladita y sin quejarme , porque no me puedo sentar tranquila si está todo por ahí tirado ,mientras se hace el café, el padre de las criaturas prepara los cereales, las tostadas y lo más importante les contesta, habla con ellos, así que me dejan un rato más en ese letargo que provoca la falta de cafeína, una vez he ingerido la primera dosis tardo 5 unos minutos en reaccionar  preparo  la merienda que requiere la primera pregunta ¿manzana o bocadillo?  después de la recomendación de la OMS, me digo :¿para qué le pregunto? y le pongo la manzana.

La cafeína ya corre por mis venas y puedo empezar a  dar instrucciones a mi hija para que no olvide la bolsa de gimnasia o la de natación, la carpeta de los deberes, la merienda o el abrigo; mientras  tanto voy vistiendo a mi hijo pequeño para que lo lleve su padre o para llevarlo yo, depende del día, cuando no me toca a mí espero en silencio impacientemente a que se vayan y cierren la puerta, ¡que momento tan dichoso! ¡por fin sola!   para celebrarlo rapidito preparo otro café y empiezo con la lista mental  de las innumerables tareas que van a ocupar las primeras horas del día , hasta aquí no parece que haya ventajas pero el  segundo café ya sola,  es francamente el mejor del día, sin duda, disfrutando del silencio, de la calma de mi casa  vacía ,  después en encender la radio  paso como  un torbellino  por las habitaciones recogiendo arreglando ordenando mientras pienso que voy a preparar para comer y para cenar, todo depende de si tengo o no clase de alemán ,  de lo que tengo en la nevera, del tiempo que tengo para comprar,  y de lo que se me antoje;  es esa otra ventaja aquí se come lo que yo quiero, que para algo cocino, no digo que no tenga en cuenta las preferencias de los niños, pero tengo suerte por que comen de todo y su padre es muy agradecido, todo le gusta,
así que generalmente da gusto cocinar , se lo comen todo,  eso motiva, aún así cada tres semanas sufro una crisis de aburrimiento en la cocina  y tengo que inventar algo o ponerme a mirar recetas nuevas.  Segundo paso:  la compra, no sé como lo hago pero voy cada día, siempre me falta algo, me organizo fatal  y generalmente  cambio  el menú a última hora, así pues   necesito comprar, ¿ será que soy adicta a la compra de supermercado ?   o quizás me gusta estar rodeada de gente que no habla conmigo  ¡que bien se hace la compra sola!  sin niños que hablan,  piden o te montan  un numerito en medio del pasillo, mientras los suizos  te  observan  y se quedan perplejos ante tan horrible exhibición.  Ellos atemorizados ante la inminente  invasión de nuestras poco respetuosas costumbres, te avisan  fulminándote  con sus miradas;  Los helvéticos  no regañan, no gritan,  yo diría que ni hablan, emiten instrucciones  por telepatía y las proyectan con su fría y azulada  mirada sobre los niños  hasta que los someten y obedecen silenciosamente.
 El ejemplo de las huestes invasoras del sur es muy  pernicioso para sus vástagos , lo entiendo a mi también me gustan los niños disciplinados  y silenciosos, admito que quiero aprender, ese método,  tiene muchas ventajas la primera no te desgastas, la segunda no das la nota y la tercera me llenaría de  orgullo y  satisfacción  que  obedecieran a la primera .